martes, 5 de agosto de 2008

Con una plaza me vale

"Vente a Castellón"; "No vas a estar todo el mes solo"... éstas son algunas de las numerosas sugerencias que tuve que escuchar durante la semana precedente a la salida de mis padres hacia la Costa del Azahar. "No es el momento"; "No me voy a perder fiestas de Romo"..., y éstas mis contundentes contestaciones. Cómo es costumbre, modestia aparte, mis recuerdos de un año antes, unidos a mis sensaciones de mejora, volvieron a acertar, convirtiendo unas fiestas de barrio en las mejores de lo que llevamos de verano.

La papeleta no era fácil. En frente, Algorta y sus sobrevaloradas fiestas parecían un escollo difícil de vencer para una simple plaza. Tal es así que, en nuestro caso y, salvo mis insistencias, nos engañaron. Acudimos a la localidad portuaria con la que, una vez más, salimos defraudados. El temprano cierre de las txosnas limitó la noche a lo de siempre, a un bar que, en Carnavales, ya nos dio un disgusto cerrando a las 3 de la mañana. En el Irlandés quedamos tocados con sus altos precios, que para nada se correspondían con la grandeza de las fiestas. Una vez después de pagar 10 euros por 4 txupitos te quedas con la sensación de ser el más tonto que ha pisado ese recinto en tiempo, por lo que es mejor abandonarlo.

Y así fue, tras mover cielo y tierra durante toda la noche, conseguí que alguien (Mentxaka) me acompañara a las inmediaciones de nuestra sucursal fuera de Santutxu (el West), no sin comprometerme, antes, a abonar un cubata a cambio. Tras una larga caminata y alguna que otra duda con la direccíón, acabamos llegando a un barrio que nos sorprendió desde un principio. Pese a ser altas horas de la madrugada, seguía todo abierto como al principio, el ambiente era agradable, y el encuentro con Achi y Alayn iba a poner la dosis de humor necesaria para aguantar el resto de la noche (y de la mañana).

Ante esta situación, había que volver al día siguiente, algo que parecía evidente porque Borjita había dado su palabra. Tal es mi sorpresa al levantarme el jueves, que encuentro escrito en el Msn una referencia a la relativa enfermedad del susodicho, con el cambio de planes que eso conlleva. Con la idea de regreso aparcada, apareció Oihane para asegurar su presencia en unas fiestas que le gustan (¿no?), y facilitar mi vuelta, algo que empezaba a oscurecerse. Gran idea, sin duda, sabiendo que en Romo habría más gente conocida con quien pasar la noche del jueves. Así, de paso, hacía caso a las sabias palabras de un tío que, aunque a veces demuestre no ser tan sabio, siempre deja algún pequeño detalle de cordura (sí, me refiero a Peti).

Y el viernes, pues más de lo mismo, salvo que en esta ocasión conseguí llevar conmigo a parte de la expedición. Noche de txosnas, con escasa presencia en los bares y con una alta cantidad de alcohol en el organismo. En resumen, una gran noche que hacía de víspera a un sábado teñido de surrealismo, en el que el incidente Borjita - Peña, condicionó un devenir que pudimos sacar adelante y que, en el aspecto personal, acabo quedándose corto. A partir de entonces, queda destacar el regreso, con alto número de trasbordos, que acabó convirtiéndose en uno de los más movidos de los últimos tiempos.

P.D. Premio a las mejores infraestructuras a unas fiestas que dejan a Basauri como único pueblo capaz de superarlas, aunque no lo tendrá nada fácil.

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