miércoles, 25 de junio de 2008

¡Así sí!

Coincidiendo con la entrada del verano, cada año las fiestas de Leioa nos marcan el inicio del fin de la rutina, suponiendo un cambio tan radical como esperado para los que, como yo, sufrimos la repetitiva "obligación" de encadenar planes iguales.
El solsticio de verano nos decía que la noche del viernes al sábado sería la más corta del año, algo que pronto quedó patente. Las vacías noches del bochornoso Pecata Minuta dieron paso al primer y entretenido contacto con las fiestas de municipios, que completan los fines de semana veraniegos del territorio histórico bizkaíno.
Pero, para mayor satisfacción, la estancia en Leioa iba a marcar un cambio tan tardío como agradecido para muchos de nosotros, dejando atrás la marginación a la que tiempo atrás nos sometíamos a la hora de iniciar el proceso etílico. La plaza del Xcaret, en posición cercana a los columpios, parecía una correcta ubicación para entrar en contacto con la gente, superando el aparente miedo escénico de todos aquellos que, tiempo atrás, encontraban satisfacción en estar alejados del gentío y, en definitiva, de la fiesta.
El siguiente cambio llegó horas después, al tomar la, en mi opinión acertada, decisión de quedarnos en las txosnas, olvidando la descartada posibilidad de sufrir el agobio de unos bares que, remitiéndonos a los hechos, nos iban a aportar bastante menos.
Pero como era inevitable, esta mezcla de diversión y solsticio de verano, iba a presentarnos demasiado pronto la luz del día, con el consiguiente cierre de los establecimientos que nos suministraban lo necesario para continuar.

Y, como era de esperar, los días de mucho suelen significar vísperas de nada, siendo el sábado un día digno de olvidar, y lo antes posible además. La mente estaba colapsada por un lunes que no dejaba de ofrecernos dudas, tales como la inexistencia de los servicios nocturnos del metro o la persistente amenaza de lluvia.
Sobre este tema, personalmente, debo agradecer las gotas que hicieron mella en la provincia bizkaína mientras nos dirigíamos a la playa de Arrigunaga, gotas que, sin duda, decidieron por nosotros a la hora de emprender la vuelta a Leioa. Por una vez el destino estaba de nuestra parte y nos iba a permitir disfrutar de una noche que, si es que tiene precedentes, estos están muy lejanos en el tiempo.
Los soportales leiotarras hicieron de previa hasta que la lluvia dejó de importarnos, dando paso a un despiporre (excelente vocablo utilizado por Asier) total, marcado por las incontenibles ganas de fiesta acumuladas tras un diverso paso por exámenes. En definitiva, fin de semana largo y completísimo que nos devolverá la ilusión por salir de fiesta.

P.D. Insisto, con la postdata, en la importancia del cambio que empieza a surgir, esperando que no quede en agua de borrajas.

viernes, 20 de junio de 2008

¡¡Que viva la Eurocopa!!

Fiel a su cita con el buen aficionado, el fútbol ameniza, cada 2 años, nuestros inicios veraniegos. Muchos de nosotros comenzamos nuestra andadura mundialista vía televisión con la expulsión de Maradona de Estados Unidos 94´, tras el escándalo de dopaje que rodeó a la Argentina de la época. Aquel mismo año, cuando la política era una cosa de mayores que salía en los telediarios, nos quedamos con la miel en los labios, al ver que España caía injustamente eliminada en cuartos de final, ¿cómo no?, ante la Italia de los Baggio.
Pero desde entonces ha llovido mucho, Raúl no llenaba portadas de periódicos porque nadie sabía ni quien era, y a Bojan, probablemente, le acabarían de regalar su primer balón. La probabilidad de que Grecia acabara siendo campeona de Europa era nula.
Lógicamente, todo eso es historia, estamos en la era del tiki-taka y el "culo pelao", Hortaleza lleva camino de convertirse en capital de España y "Podemos" es el lema de Prisa para convencernos de que la roja es capaz de alcanzar el título.
Y una vez situados en el contexto histórico-deportivo en el que nos hemos movido, queda analizar los diversos estilos de juego que han desplegado las distintas selecciones durante este inicio de campeonato. Muchos apostarían por la valentía portuguesa, liderada por un descansado Deco y por la magia de Cristiano Ronaldo, demostrada a cuentagotas y a favor de la corriente. Igualmente, hemos sido testigos de la debacle de los franceses, prematuramente eliminados. Otros muchos se habrán ilusionado con el juego lento pero extremadamente elaborado de la selección estatal, liberada del aburrimiento por chispas de genios como Villa o Xavi Hernández. Pero si hay una selección que no ha dejado lugar a las dudas, esa ha sido la holandesa, capaz de rememorar los mejores tiempos de la naranja mecánica, mezclando un juego dinámico y veloz con una pegada mortal en los últimos metros que ha asustado a toda Europa.
Ahora bien, todos sabemos que el fútbol carece de lógica, que no es una ciencia exacta que funcione con reglas de tres. Y ante tal hecho, merece la pena rescatar del olvido relativo a una siempre competitiva Alemania, ya en semifinales, y a la efectiva Italia, que pasito a pasito, podría estar empezando a construir los cimientos de un nuevo título con el que adornar su desbordada vitrina.

P.D. En definitiva, solo queda disfrutar de esta fase final a la que esperamos con los brazos abiertos. Una vez más, el fútbol nos brinda un acontecimiento que, pese a su repetición, sigue siendo único.

lunes, 2 de junio de 2008

Se está gestando

Era un secreto a voces, la jornada de convivencia en tierras gipuzkoanas estaba llamada a terminar en descontrol, en el más estricto sentido de la palabra. Las 9 de la mañana era una citación temprana para la gente que no había dormido lo suficiente o, incluso, se había permitido el lujo de salir la noche anterior, caso que, pese a lo que estaréis pensando, no es el mío. Y tras un desayuno subvencionado por las multas que Aketza había ido contabilizando durante toda la temporada, emprendimos el viaje hacia la provincia vecina.
A pesar de la escasa duración del trayecto, antes de llegar a Donosti hicimos un "breve" parón en nuestra andadura para acabar el jamón de las rifas, acompañado en este caso por un barril de Heineken y 15 litros de vino, aunque los previsores jugadores preferimos tirar de Coca-Cola, conscientes de la dura jornada que se avecinaba.
A eso de las 12 de la mañana echamos pie a tierra ante la atenta mirada de La Concha, dispuestos a recorrer el Casco Viejo, de bar en bar, de zurito en zurito. A algunos no les hubiera importado tomarse la expresión "de bar en bar" en su aspecto más literal (¿verdad Edu?), pero lo cierto es que anduvimos dando vueltas, escogiendo los bares más apropiados para nuestros intereses.

Durante todo ese tiempo, el sol había asomado la cabeza por la ciudad donostiarra, recordándome que había dejado las gafas de sol en casa, algo que no le pasó al Míster. El autobús nos esperaba a las 2, preparado para llevarnos a Astigarraga, lugar destinado a marcar el inicio del desfase que empezaba a palparse en el ambiente. Ante los inmensos toneles de sidra, decidimos que era mejor beber vino, puesto que nos iba a ahorrar levantarnos cada vez que se nos acabara el líquido del vaso. Y así lo hicimos, 4 botellas para 4 marcaron la pauta a seguir durante lo que restaba de día. Fuimos espectadores de lujo de una fiesta, de la que acabamos formando parte, algunos más que otros.

La sobremesa finalizó y la Sala de Fiestas nos esperaba bajando la cuesta, durante la cual comprobamos que el sol se había ocultado entre negros nubarrones que facilitaban la caída de una lluvia molesta. Y viendo el Giro, Mikel y yo llegamos a la conclusión de que el descontrol era una realidad, reflejado en la actitud de los directivos, casi peor que la de los jugadores.
Contador salvó la Maglia Rosa y nosotros entramos a la pista a debatir el futuro que nos espera, un futuro que empezamos a ver con mejores ojos (evidentemente, a esas horas ya nadie tenía buenos ojos), alcanzando el acuerdo para formar una piña que nada ni nadie podrá descomponer. Juntos haremos frente a cualquier situación de inestabilidad que pueda suceder en un vestuario que no va a cambiar, por la cuenta que nos tiene.

La hora de vuelta se acercaba y la junta directiva metía prisa para que subiéramos al autobús. Un camino corto para dejar a Xavi en Donosti, que tras escuchar nuestros cánticos, se despidió con lágrimas en los ojos, consciente de que la temporada próxima vestirá otra camiseta. De regreso, hicimos una breve parada en la costera localidad de Zarautz, donde intentamos averiguar el resultado de la Real Sociedad, información que nadie quería trasladarnos, y que no conocimos hasta llegar a Etxebarri.

Y fue en Etxebarri donde, inevitablemente, empezó la disgregación del personal, bien porque abandonaban el barco, o bien porque partían en botes salvavidas dirección Bilbao, antes de que fuera demasiado tarde. Allí quedamos algunos, iniciando la ya conocida como temporada del ascenso. Tras unas cuantas horas en el pueblo, llegamos a la conclusión de bajar a Bilbao, donde, debido a la lluvia y a mi cansancio, permanecí relativamente poco.


P.D. En resumen, el día más completo y mejor aprovechado que recuerdo. Algo que, sin duda, tardaremos mucho tiempo en olvidar.