viernes, 29 de abril de 2011

Que vuelva el fútbol

Quizá en nuestra generación no hayamos tenido la oportunidad de comprobarlo aún, pero la evolución del fútbol se antoja muy gris, casi negra diría yo. Este precioso invento inglés agoniza en lo que a sus orígenes respecta, y cada vez se parece menos a lo que un día conocimos.

La película de los clásicos nos ha cansado a todos, cosa que unos pocos esperábamos y que la gran mayoría no quería ver. No tenía sentido, 4 partidos del siglo en menos de un mes, no me salen las cuentas. Es cierto que el tiempo corre muy deprisa, y que el fin del mundo, cada día, está un día más cerca, pero no entiendo la necesidad de adelantar acontecimientos.

El partido del miércoles aburrió hasta a las moscas. Con dos equipos que buscaban lo mismo, pero de diferente manera. Un Real Madrid raro, diferente a otras épocas, pero efectivo. Campeón de Copa. Porque jugar bien no tiene porqué ser jugar bonito. Un Real Madrid defensivo, encerrado en su trinchera, agazapado para lanzar toda su artillería de contraataque en cuanto la situación se lo permitiese. Y un Barcelona igual. Un Barcelona, también, defensivo. Porque tener un 75% de posesión en tu campo, lo miremos por donde lo miremos, también es defender. Porque el 0-0 inicial les valía a todos. Si un juez hubiese bajado del palco del Bernabéu a ofrecer tablas, ambos hubiesen firmado, como en un partido de ajedrez.

Y en la antesala está el resultado. Prensa, política, debate. De todo menos fútbol. La batalla de las ruedas de prensa se esperaba con más emoción que la batalla del campo. "Que si yo soy Dios en almíbar", y "que si yo soy más que tú". Que si yo ahora digo que tú eres el jefe de la barraca y tú que quieres un autógrafo mío. Que si yo aparento 7 años, y tú, más o menos, los mismos. Una vergüenza en toda regla cuando hablamos de los, supuestamente, dos mejores equipos del mundo.

Y lo de fuera se extiende dentro. Agresiones, escupitajos, empujones, insultos. Uno agrede, otro llora. Uno escupe y el otro se aparta. Uno empuja y el otro también. Uno es español y el otro guatemalteco. Vamos, un circo, oiga.
Pero que vamos a esperar de dos equipos que están jugando una liga para ellos solos, en el país del Salsa Rosa y el Sálvame Deluxe. Porque esto es lo que demanda el público, se vende lo que compramos, y así nos luce el pelo.

Y cuando digo, porque lo he dicho muchas veces, que un Barça - Madrid me parece un partido más, me dicen que no me gusta el fútbol. Vamos, como si le decimos a Alejandro Sanz que no le gusta la música. Porque seré capaz de ver un Txurdinaga - Betolaza un domingo a la mañana, o pasarme un fin de semana entero viendo jugar a niños de 7 años. Aunque no sean capaces de dar 3 pases seguidos. Porque eso es fútbol, es ilusión, y es el motivo por el que llevo vida y media dando patadas al balón.
Pero de este circo mediático me borro. No quiero ser partícipe de él. Porque me aburre, me saca de quicio y me da asco. Como diría un entrenador portugués, a Barsa y Madrid, les pongo una cruz, y para mí están muertos.

lunes, 25 de abril de 2011

4 años después

Larga ha sido la espera. Pero tras cuatro largos años, el Derby vasco por excelencia volvía a la Catedral del fútbol. Era un derby total, con aficiones hermanadas en la tradicional ruta por los bares del Botxo, con pique justificado en la derrota rojiblanca en Anoeta de la primera vuelta, con un horario privilegiado ante las cámaras de la Sexta y, por si se escapaba algún detalle, con la lluvia que arreciaba sobre el cielo de Bilbao a medida que se acercaba el pitido inicial.

Un partido de los de antaño, de los que recordábamos y extrañábamos los aficionados al fútbol desde aquella dramática tarde contra el Levante, en la que celebramos la permanencia mientras nuestros vecinos se hundían en el pozo de la segunda división. Una tarde de nervios y transistores, de noticias de otras ciudades y de otros campos, de paradas de Molina y de ocasiones perdidas. Eran otros tiempos.

Ahora recibíamos a la Real en puestos UEFA, acariciando el billete europeo de la temporada que viene, con un juego poco vistoso pero efectivo, y con unas ansias de revancha incontrolables.
Porque el fútbol vasco es así. Porque los 90 minutos que dura el partido suponen una lucha encarnizada entre jugadores y aficiones, importando poco las cervezas que se hayan compartido en el Casco Viejo unas horas antes, y menos aún las que se compartirán después. Porque es impensable un ambiente similar en las calles de Sevilla durante un Sevilla - Betis, o en las de Gijón, durante un Sporting - Oviedo, o en las de cualquier ciudad durante el mediático clásico de los clásicos. Porque somos diferentes, y en la unión está la fuerza, esa fuerza que quieren romper cuando salimos de nuestras fronteras.

En situación diferente llegaba el vecino. Cerca de los puestos de descenso y con un calendario que asusta nada más abrir el periódico. Quién lo diría hace unos meses con el fantástico comienzo de temporada que realizaron. Necesitaban los puntos, pero no más que nosotros. Además, ellos ya habían ganado en Donosti, ahora llegaba nuestro turno. Compartir es vivir, igual que con las cervezas de antes.

Y tal fue así, que el Athletic empezó mandando desde bien pronto. Potente cabezazo de Llorente, y gol del más listo de la clase. Un Iker Muniain que crece como futbolista a un ritmo vertiginoso, que justificaba de esa forma los esfuerzos del club por que jugase este partido.
Después llego el turno para Toquero, en un nuevo detalle de Fernando Llorente, al que no se puede parar ni con cadenas. Dos veces quedó suelto, y dos veces se movió el marcador, en esta ocasión en forma de asistencia para el ex del Sestao.

Pero cuando todo apuntaba a goleada, Javi Martínez desvió un centro de Griezzman, y perforó la meta defendida por el debutante Raúl. 2-1, y a sufrir.
El descanso dio paso a una segunda parte para dormir, ante una afición que celebraba que estaba un poco más cerca de Europa, y otra que lamentaba una nueva derrota, temiéndose otro dramático regreso a la división de plata.

lunes, 4 de abril de 2011

Deporte en estado puro

La temporada ciclista alcanza, este abril, un mes clave, plagado de algunas de las mejores carreras del año.
Ayer fue el turno para el Tour de Flandes, una carrera belga de muros adoquinados que esperaba una nueva exhibición de Cancellara, después del carrerón del suizo en Harelbeke. No obstante, la lista de favoritos era amplia.

Con este titular, el de "Todos contra la locomotora de Berna", Quick Step, metía a Chavanel por delante. El combativo ciclista francés volvía a estar, una vez más, en la pelea por alzarse con uno de los 5 monumentos, aunque lo que desconocía él, era que tenía al enemigo en casa. La carrera estaba controlada por el equipo belga. Un corredorazo por delante, y una distancia que aumentaba progresivamente respecto al grupo de favoritos, y lo que es más importante, respecto a Fabian Cancellara.

Pero, incomprensiblemente, Tom Boonen, compañero de Chavanel, despertó a la bestia. Un ataque suyo implicó a Cancellara en la carrera, que destrozó uno por uno a todos sus rivales, incluído un Boonen que regalaba una clásica completamente controlada por su equipo, al no poder seguir el ritmo del suizo.

Con esta situación, Cancellara iba alcanzando a corredores como Lars Boom o Edvald Boasson - Hagen, intercalados entre el escapado y el grupo, y sólo era cuestión de tiempo llegar a la altura de Chavanel, que guardaba fuerzas, consciente de lo que se le venía encima. Una vez unidos suizo y francés en cabeza de carrera, la ventaja sobre el resto de favoritos volvía a ascender, condenando al Tour de Flandes a lo que parecía una nueva exhibición del ciclista del Leopard.

Pero los esfuerzos se pagan, incluso siendo una estrella del pelotón, y una pájara escandalosa en cabeza, permite un reagrupamiento inesperado de la carrera. Gilbert, que había pinchado poco antes del primer ataque de Boonen, se marcha en cabeza. Espectacular el belga en los muros, demostrando que será muy difícil batirle cuando lleguen las Árdenas. Pero los 10 kilómetros llanos de después, resultaron una quimera para el ciclista de Omega, que acabó siendo neutralizado.

Un excampeón del mundo lo intentó entonces. Alessandro Ballan, cuyo equipo había trabajado anteriormente, intenta salir del grupo, pero sin éxito. Sí lo consiguen Cancellara, Chavanel y Nuyens, que llegarían unos metros por delante a la linea de meta.
Pero los dos grandes protagonistas de la carrera, serían incapaces de levantar los brazos al final del monumento, y Nuyens, invitado de excepción, acabaría sumando un nuevo Tour de Flandes para el Saxo Bank, quizá el equipo que menos se lo merecía.
Pero así es el ciclismo, un deporte de locos, donde lo lógico aburre, y lo inverosímil emociona.

Con todo y con ello, a partir de hoy mismo se da paso a una semana apasionante, con País Vasco y Roubaix. La vuelta de los muros y la clásica del adoquín. Espectáculo asegurado.

PD: Quienes sólo siguen el ciclismo por el Tour y por la Vuelta, no saben lo que se pierden. Y quien viese el carrerón de ayer, no tengo la menor duda, de que me dará la razón.

miércoles, 30 de marzo de 2011

Escándalo en Mallona

Cuando uno se encuentra con situaciones como la vivida el pasado sábado en las instalaciones deportivas de Mallona, no puede evitar hacerse la ya clásica pregunta: ¿hasta dónde vamos a llegar?. Y es que en esto del fútbol escolar hemos perdido completamente el norte.

Os pongo en situación. Enfrentamiento directo entre Danok Bat A y Danok Bat B de la liga paralela en categoría pre benjamín. Cabe recordar que estamos hablando de una competición al margen de la federación, en la que participan algunos de los equipos más importantes del territorio histórico bizkaino, y que no tiene más función que hacer disfrutar a los niños, como recompensa al trabajo de toda la semana.
El Danok Bat A se juega la liga, le vale un punto para ser campeón, en caso contrario, el Indautxu se hace con el campeonato.
Transcurre el último minuto de partido, y el Danok Bat B gana por 1-2. Es entonces cuando sucede un hecho que deja con la boca abierta a todos los allí presentes. El entrenador del Danok Bat B acude detrás de su portería, y le dice a su portero que se meta un gol en propia puerta, algo a lo que el niño, debido a su comprensible afán de ganar, se niega. Su entrenador, no obstante, le obliga al chaval, que entre lágrimas y sin entender por qué un adulto le obliga a hacer eso, accede a regalarle la liga a sus compañeros.

El partido finaliza con empate a 2, en estos momentos el Danok Bat A es campeón, y los padres saltan al campo a pedir explicaciones a un acto tan injustificable con niños de 7 años. Además de todo ello, un directivo por allí presente, convence al árbitro para que tales hechos no sean reflejados en el acta. Esfuerzo baldío, la imagen del club ya ha sido dañada, por ver están las consecuencias de todo esto.

Y es que a veces se nos olvida que estamos hablando de niños. De niños que sólo quieren disfrutar haciendo lo que más les gusta. Y es que habría que ponerse en la situación del portero que fue obligado a meterse el autogol. No quiero ni imaginarme el día que tuvo que pasar. Tampoco el de sus padres. ¿Papá, por qué mi entrenador me obliga a meterme un gol en propia puerta? Es imposible que un niño entienda eso, de hecho, dudo yo que haya muchos adultos que lo entiendan.

Tampoco me gustaría estar en la situación de los jugadores del Indautxu, a los que un fraude en toda regla les ha dejado sin algo que se han ganado en el campo durante toda una temporada. Ellos, seguramente, tampoco lo entiendan.

Y es que cuando hablamos del Danok, hablamos de un club que está perdiendo el norte. Que su exagerado egoísmo y afán de prestigio le está conduciendo, precisamente, a todo lo contrario. Viven en un continuo proceso de deriva deportiva, que les sitúa cada vez más lejos de ser la sombra de lo que un día fueron. Está por ver a dónde les lleva esta nueva salvajada, pero he de suponer que perderán jugadores. A mí, desde luego, me cuesta entender que los padres de los niños de ese equipo sigan llevándoles a Mallona después de un acto de tal calibre. Yo no lo haría.

PD: Mención aparte merecen los chavales de los 3 equipos afectados por esta situación. Mientras los hechos se sucedían en los alrededores del terreno de juego, todos los niños se iban a jugar juntos, dejando claro que lo único que quieren es un balón y unos amigos. Es triste decirlo, pero los pequeños volvieron a dar un ejemplo a los mayores.

lunes, 21 de marzo de 2011

Se acabó el sueño

Domingo, 7 de la tarde, y la Catedral se viste de gala para afrontar uno de esos grandes días, uno de esos partidos que marcan las posibilidades reales de un equipo en la lucha por un objetivo. Enfrente, el Villarreal, un nuevo rico de la zona noble de la tabla, un flamante cuartofinalista europeo, de bello fútbol e irregulares resultados en las últimas fechas, al menos en liga.

Empieza avisando el Athletic, característica principal de los rojiblancos. Fútbol agresivo, directo, y de fuerte ritmo en los inicios de partido. Podría sufrir el submarino, posiblemente cansado tras su batalla europea. Pero una ley no escrita del fútbol anuncia que "quien perdona, paga", y cuando tienes enfrente a un rival de tal magnitud, esta posibilidad se multiplica. El Villarreal se adueña del balón, y aunque el dominio no se traduce en ocasiones, el temor ronda la grada, que empieza a animar, alentando a su equipo.

El Athletic, en volandas por un San Mamés a rebosar, se recupera del fútbol elaborado y de toque cansino del enemigo, y comienza a marcar las pautas con las que se llegaría al descanso. La fuerte presión ejerce un agobio excesivo para la zona defensiva del Villarreal, que empieza a ver como se suceden oportunidades ante la meta defendida por Diego López. Pero el Athletic no acierta, y volvemos a lo del perdón y el precio que supone.

Tras el paso por los vestuarios, los visitantes demuestran el porqué de su magnífica situacion liguera. Demuestran que saben ganar en su juego, y en el del rival. Y demuestran, incluso, que saben manejar al fiero león como si fuera un tierno gatito. El Athletic comienza a caer en la desesperación, marcada en la cara de un Fernando LLorente que se ve incapaz de superar a los centrales, y que en la rara ocasión en que lo consigue, se topa con uno de los mejores guardametas del campeonato. Un Fernando Llorente que, al igual que sus compañeros, tiene serias dificultades incluso para no caer en fuera de juego. Y es que lo de ayer, en ese aspecto, fue realmente escandaloso.

Y el Villarreal mata. Es lo que tiene haberse convertido en un grande. Puedes estar desaparecido toda una tarde, pero en esto del fútbol consiste en que entre la pelotita, aunque sea la primera vez que te acercas al arco rival. Un Borja Valero estelar coloca el balón en el corazón del área para que Marco Ruben cabecee a la red, acabando con las esperanzas rojiblancas de colarse en Champions. Y es que a partir de entonces, el Athletic buscó el empate, pero con más corazón que cabeza.
En definitiva, 12 puntos de diferencia que presentan el cuarto puesto como una quimera, y poco habrá que tardar en reaccionar si se pretende asegurar un billete para Europa, aunque sea en segunda clase.


PD: Me gustaría dejar este espacio final para hacer referencia a Borja Valero. Vaya jugador. Un futbolista exquisito con el balón en los pies, no exento de recorrido y esfuerzo físico, al que no logro entender cómo le pudo dejar escapar el Real Madrid.

miércoles, 16 de marzo de 2011

El viejo fútbol

Hago un paréntesis en mis reflexiones para transcribir, tal cual, un artículo de Jon Uriarte sobre la decadencia del fútbol en la actualidad, la relevancia del marketing, y la importancia de conservar las raíces. Una maravilla periodística que, considero, debe leer cualquier aficionado del Athletic, máxime en estos tiempos que corren:

Quizá no sea hoy, ni mañana, pero el futbol tiene los días contados. Hablo del de verdad. El del origen incierto, que creció en unas islas del norte para convertirse en deporte y en Rey. Ése, está en vías de extinción. Porque el fútbol, nacido plural, es ahora un asunto individual. Siempre he sostenido que uno de los graves errores de sus dirigentes fue intentar que se pareciera a otros. Todo por la pasta. Y les dio por seguir la máxima de "un jugador, una camiseta". Como si para vestirla no fuera necesario luchar. De ahí que muchos añoremos los tiempos en los que un equipo saltaba al campo con los números justos. Del uno al once. Punto. El jugador que se incorporaba, sabía que el suyo era dorsal con valor de suplente. Conseguir un número y hacerlo propio era un reto, no un regalo. Ahora en cambio, parece que estemos en el bingo. Quizá lo vean baladí, pero ahí arrancó parte del problema. Creer que antes de llegar ya estás de vuelta. No hace mucho, un futbolista podía ser resolutivo, jugador de segundas partes o titular según campo. Pero, si quería estar entre el once cantado por la afición, debía aportar un plus. Ahora en cambio, cada uno tiene su camiseta. Con sus seguidores, su contrato y su merchandising. Un número y siglas. Donde importa más la espalda, que el pecho. El nombre, que el escudo. Y luego están los medios de "incomunicación", que acentúan el error.

Ya no es que solo se hable de fútbol y no de otros deportes. Ni siquiera importa que los medios se centren en dos equipos y ninguneen al resto. Lo grave, es que tan solo se ocupan y preocupan de un puñado de futbolistas. Poco importa que ese día jueguen otros, tan dignos y respetables, una copa o media liga. Las portadas se llenarán con las ocurrencias de los galácticos y los informativos abrirán con sus gracietas. Eso, cuando no es noticia el corte de pelo del guapo delantero o la nueva espinillera del intocable medio punta. Mientras escribo esto, han arrancado el informativo de la noche con los abdominales de Cristiano en vez de hacerlo con el Sevilla, que ayer se jugó la vida en Europa. Y de esos polvos, son estos lodos. Siendo cuestión de debate el ánimo de un crack, no debería extrañarnos que meterle la pierna sea motivo de excomunión. Si por algunos fuera, una falta a Cristiano, Messi o a la estrella de turno merecería cadena perpetua, cuando no la horca. Por eso, lo de Amorebieta con Iniesta no fue una roja más. Fernando ve más tarjetas que un cajero. Deberá meditar sobre ello. Quizá solo necesite contar hasta diez antes de sacar a pasear la bota. De ello dependerá que sea el central por el que apostamos o el macarra que aborrecemos. Pero, más allá, existe un poso. Y está sucio. Es el que hace que una falta, fea o menos fea, se convierta en un asunto de Estado si la víctima es un vellocino de oro. Siempre sucedió. La lesión de Maradona a pies de Goiko se repite en televisión más que los Simpson. Curioso que nunca veamos la imagen completa. No hace falta acudir al NODO, está en internet. Minutos antes, Schuster le arrea la del pulpo al de Alonsotegi. Pero oiga, de eso nada. Como tampoco le recordarán los Manolos de la Cuatro, las Manolas de la Sexta o los fulanos del resto de canales, incluidos los cercanos, que un tal Julio Alberto le partió la pierna a Urkiaga en aquellos mismos años. Pero claro, Santi no era Dios, solo un siervo de San Mames. Y aquella cadencia puntual hacia el astro, ahora es ley. De tanto hablar sobre lo que cuesta un crack y su importancia, algunos se han creído que hay que jugar contra él sin marcharle la camiseta. No sea que se enfade y se lleve el balón. Otro ejemplo: la entrada de Xavi a Susaeta la noche del 5 de Enero. Susa acabó lesionado, pero el engominado árbitro estaba más preocupado por el estado del catalán que por otra cosa. Significativo. Llegados a este punto bueno será puntualizar, visto que hay mucho tuercebotas que ve lo que no es, que San Mames pita a Iniesta porque no le perdona su presunta exageración ante la entrada de Amorebieta. Justa o injusta, es la sentencia de La Catedral. La misma que aplaudió a Xavi la noche de Reyes pese a que el Athletic estaba, en ese momento, eliminado. Más allá de lo grande que es como jugador, su actitud, igual que la de Pujol, tanto en la final de Valencia como ese día, fue señorial. Y el que no entienda esto, es que no sabe de fútbol.

Porque el fútbol, es la magia del Barça, el palmarés del Madrid, el endiablado driblar de Messi, la rabona de Romario, el baile de Zidane, la electricidad de Cruiff y su naranja mecánica, la zurda divina de Maradona, el jogo bonito de Brasil y Pele, el Ajax de Van Basten o el Milan de Arrigo Sacchi. De hecho, también nosotros tuvimos la puntería de Zarra, la omnipresencia de Iribar, las zurdas de Rojo y Argote, la habilidad de Uriarte, las bicicletas de Sarabia…y así hasta el infinito. Pero el fútbol es mucho más. Es una canción que se canta en Anfield, un defensa contundente, el catenaccio, el gol injusto en el último minuto, el "patadón palante", el linier cegato, el penalti fallado, una carrera por la banda, el aplauso tras la derrota y hasta la liturgia del bocata. De ahí que el fútbol le deba mucho al Athletic. Porque le recuerda lo que le hizo grande y distinto. Aquello que le convirtió en algo más que un juego: Una filosofía de vida. La que nos recuerda que somos terrenales. Y que somos tribu. Un ejemplo: en la final de Valencia, mientras ellos coreaban el nombre de Messi, nosotros gritábamos Athletic. Y eso que en la última década hemos dependido en exceso de ciertos delanteros. Aun así, encumbramos a la categoría de Lehendakari a un jugador cenicienta que está viviendo un cuento que ya creía acabado. Porque el fútbol también es eso. Segundas partes y segundas oportunidades. El orgullo de ser, no por ganar sino por luchar. El último refugio de las utopías y de los sueños imposibles. El perfecto escenario para la épica. Donde el "somos" eclipsa el "soy". Que nadie se engañe. Hay caminos más cómodos y que dan más alegrías. Pero, a veces, el recorrido es más interesante que el destino. Por eso nos calificaron en su día como un caso único en el futbol mundial. Por eso en Bilbao solo hay un equipo. Por eso somos todos uno. Y por eso me emociono aun hoy, a mis 44 años, al escribir estas líneas. Porque somos leales al viejo futbol. Mientras otros hacen historia, el Athletic hace leyenda. No lo digo yo. Guardiola, que más allá del estilo del Barça ha logrado recuperar el valor del compromiso y el respeto por lo propio, no se cansa de alabarnos. Antes, ya vimos llorar a Juanito ante un San Mames que le aplaudía, pese a ser jugador non grato. Y no hace mucho hemos escuchado Michel afirmar que no eres futbolista si no has jugado en la Catedral. Porque ellos lo saben. Hay fútbol más allá del verde. Siempre digo que el día que la afición del Athletic haga la ola en San Mames me borro de socio. En el campo se juegan tres puntos. Fuera de él, mucho más. Por eso, no seremos el equipo del tiqui-taca, ni del tic-tac. Pero somos el Athletic. Somos el fútbol. Y merecemos respeto. Porque sin nosotros, se moriría. Ahora, que sigan hablando en los medios los ignorantes habituales de los intocables y sus ombligos. Que les rían las gracias y les doren la píldora. Puede que este deporte se juegue con los pies, pero está cada día más manoseado. Nosotros a lo nuestro. Somos el último reducto de lo que fue y de lo que debe ser. Por eso, digamos con orgullo, allá donde vayamos y en el idioma primigenio del futbol, "We are the Athletic, we are the football".

miércoles, 9 de marzo de 2011

Mirando al futuro

La escuela de fútbol de la Sociedad Deportiva Etxebarri sigue batiendo récords de inscripción, con más de 260 niños entre los 4 y los 13 años

Un año más, la escuela de fútbol del Etxebarri muestra un aumento de inscritos respecto a temporadas anteriores, fruto del buen trabajo y la buena imagen transmitida un ciclo tras otro.
Una vez más, cuenta con el apoyo externo del Athletic Club y su centro de tecnificación, que ayuda de diversas formas a los monitores en la tarea de pulir a las jóvenes promesas. Tales ayudas responden desde la facilitación de entrenamientos mensuales hasta la presencia directa en los mismos durante tres días semanales.

Desde el punto de vista de los objetivos, éstos no han cambiado. Las misiones principales siguen siendo educar a los niños, tanto a nivel deportivo como personal; y seguir nutriendo de jugadores a los primeros equipos del club.
En este último aspecto, las previsiones no pueden ser más optimistas, y se considera que, a corto plazo, las generaciones de la escuela actual podrán reforzar considerablemente a los equipos federados.

Con respecto a la temporada anterior, la llegada de más niños ha obligado a la creación de un mayor número de equipos. Por lo que, actualmente, la escuela de fútbol cuenta con 11 equipos en competición, repartidos en 3 infantiles, 4 alevines y 4 benjamines. Además de todo ello, se cuenta también con 4 equipos de pre-benjamines y la “eskola txiki“, quienes, por el momento, no compiten.