viernes, 20 de junio de 2008

¡¡Que viva la Eurocopa!!

Fiel a su cita con el buen aficionado, el fútbol ameniza, cada 2 años, nuestros inicios veraniegos. Muchos de nosotros comenzamos nuestra andadura mundialista vía televisión con la expulsión de Maradona de Estados Unidos 94´, tras el escándalo de dopaje que rodeó a la Argentina de la época. Aquel mismo año, cuando la política era una cosa de mayores que salía en los telediarios, nos quedamos con la miel en los labios, al ver que España caía injustamente eliminada en cuartos de final, ¿cómo no?, ante la Italia de los Baggio.
Pero desde entonces ha llovido mucho, Raúl no llenaba portadas de periódicos porque nadie sabía ni quien era, y a Bojan, probablemente, le acabarían de regalar su primer balón. La probabilidad de que Grecia acabara siendo campeona de Europa era nula.
Lógicamente, todo eso es historia, estamos en la era del tiki-taka y el "culo pelao", Hortaleza lleva camino de convertirse en capital de España y "Podemos" es el lema de Prisa para convencernos de que la roja es capaz de alcanzar el título.
Y una vez situados en el contexto histórico-deportivo en el que nos hemos movido, queda analizar los diversos estilos de juego que han desplegado las distintas selecciones durante este inicio de campeonato. Muchos apostarían por la valentía portuguesa, liderada por un descansado Deco y por la magia de Cristiano Ronaldo, demostrada a cuentagotas y a favor de la corriente. Igualmente, hemos sido testigos de la debacle de los franceses, prematuramente eliminados. Otros muchos se habrán ilusionado con el juego lento pero extremadamente elaborado de la selección estatal, liberada del aburrimiento por chispas de genios como Villa o Xavi Hernández. Pero si hay una selección que no ha dejado lugar a las dudas, esa ha sido la holandesa, capaz de rememorar los mejores tiempos de la naranja mecánica, mezclando un juego dinámico y veloz con una pegada mortal en los últimos metros que ha asustado a toda Europa.
Ahora bien, todos sabemos que el fútbol carece de lógica, que no es una ciencia exacta que funcione con reglas de tres. Y ante tal hecho, merece la pena rescatar del olvido relativo a una siempre competitiva Alemania, ya en semifinales, y a la efectiva Italia, que pasito a pasito, podría estar empezando a construir los cimientos de un nuevo título con el que adornar su desbordada vitrina.

P.D. En definitiva, solo queda disfrutar de esta fase final a la que esperamos con los brazos abiertos. Una vez más, el fútbol nos brinda un acontecimiento que, pese a su repetición, sigue siendo único.

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