jueves, 17 de julio de 2008

Perdón

Bilbao nos abría las puertas a eso de las 7 de la tarde, y lo hacía a su más puro estilo. Un monumental atasco a la salida del peaje nos recordaba que volvíamos a una gran capital, algo que habíamos olvidado durante una semana y que, ni siquiera el paso por Zaragoza se había encargado de refrescárnoslo en la memoria.
Atrás quedaba una semana de relax en un pueblo costero del Mediterráneo, con días soleados que reclamaban el paso por una playa relativamente cercana al apartamento, con noches tranquilas y, en términos térmicos, agradables, que se agotaban en un suspiro, dándonos la masonería la entrada al nuevo día. Una semana que no fue fiel a mis metas personales en lo que al ejercicio físico se refiere, aunque las estancias en el agua del mar y el ritmo constante que refleja una semana de apartamento, me han permitido bajar el peso, de modo ligero. Será por tanto la semana que viene la que indique el inicio de mi pretemporada, a la que llegaré mejor que otros años y sin haber llegado a desconectar totalmente con el deporte rey.

Y con este párrafo, siendo conocedor de que sorprenderá a propios y extraños, posiblemente porque no sea lo más habitual en mí, reincidiré en mi petición de disculpas a una persona muy importante para mí, siendo evidente, para muchos, a lo que me refiero.
Hay momentos en los que, debido a un extraño fenómeno, se produce un cortocircuito en mi cabeza que me hace perder completamente los papeles. Y ese momento, aunque dure escasamente medio minuto, es suficiente para mantenerme arrepentido durante días, tal y como ha sucedido en esta ocasión, en una ocasión más.
Aunque ya lo hice casi en el momento, aprovecho la existencia de este (cada vez más abandonado) blog para hacer público mi arrepentimiento, y por supuesto, para dar gracias a las personas que intervinieron en el proceso de vuelta a la normalidad.

P.D. La vida sigue igual. Esperaba que la estancia en Peñíscola, con la consiguiente desconexión con el Athletic existente por aquellas tierras, nos deparara alguna sorpresa a nuestro regreso. Y vaya si la ha deparado, el nombre es Inigo Vélez, ¿alguien me puede decir quién es?.

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