lunes, 8 de diciembre de 2008

Fechas señaladas

Empezaré el discurso con una frase que, últimamente, viene convirtiéndose en tópico, pero que, desgraciadamente, refleja la realidad. Tal y como respondí hace unos días en un test, si fuese un pecado, la pereza contemplaría mi mejor definición. Y una vez más, me escudo en ese fallo para justificar mi ausencia de palabras.

Pese a que después de tanto tiempo, debería tener mil y una cosas que contar, la cercanía del 2009 y el consiguiente fin de año, ocuparán la mayor parte de este espacio, pese a que mi interés sería, precisamente, todo lo contrario.
Un año tiene un número aproximado de 50 fines de semana, formados por 3 días cada uno, lo que nos lleva a la abultadísima cifra de 150 noches de fiesta al año. ¿De verdad creéis necesario amargarse la existencia por una fecha que solo demuestra que ha pasado un año más, o lo que es lo mismo, que nos queda uno menos?

Un asunto más, una discusión más provocada por una buena idea que, presumiblemente, no iba a salir bien.
Tras la lluvia de ideas inicial, la solución parecía haberse quedado en 2 opciones, más similares de lo que a la postre han resultado. A posteriori, se lleva a cabo una votación, método utilzado para elegir a los presidentes del Gobierno y que, hasta en ese caso, dudo de su validez total.
Efectivamente, elecciones nulas desembocadas en una confrontación evitable, que no ha contado con el rechazo veraz de ninguna de las partes.

Una vez más, resulta más fácil agachar la cabeza y refugiarnos en nuestro mundo particular, sin parar a pensar que toda persona en el mundo puede tener algo que enseñarnos, o lo que es lo mismo, toda persona contempla unas razones para no querer hacer algo, y merecen ser entendidos.

Salimos a la calle (en sentido metafórico) para reclamar la democracia, pero no valoramos la libertad. No contemplamos la posibilidad de que cada cual sea libre para elegir su destino e, incluso, se vulnera la libertad de expresión para opinar sobre los pros y los contras de los distintos lugares. Se exigen argumentos, pero éstos no son aceptados porque no convencen a la parte opuesta, algo que nos sumerge en el eterno cuento de nunca acabar (por no decir en la más profunda de las ignorancias).

Mi inicial postura suiza (neutral para quien no entienda), se ha visto obligada a cambiar por unos ideales a los que no puedo renunciar. Precisamente, a quienes se les reprochaba su falta de argumentos, se han convertido en los únicos con argumentos válidos y moralmente aceptables desde un punto de vista objetivo, dando la vuelta a una tortilla muy pasada de vueltas ya.

Para terminar, acabaré lamentando la falta de acuerdo, algo ante lo cual ya no puedo hacer nada (y no será por no haberlo intentado). Las fechas se acercan y el conflicto va a más, si se acabara el mundo el día 30 nos harían un gran favor a todos.


P.D. "Si no levantamos la vista, pensaremos que somos el punto más alto". Tan triste como real...



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