martes, 6 de mayo de 2008

Muñequeras blancas

Puente de Mayo, fecha marcada por muchos como ligero relax en los eternos meses que separan la Semana Santa del fin de exámenes.
Empezaba bien el periplo festivo, con un holgado triunfo en Berango que aseguraba la permanencia del Etxebarri en Primera una temporada más, cerrando un escaso bagaje durante un año que prometía mucho más, pero que acabará cerrándose, una vez más, con más pena que gloria. No obstante, era motivo de felicidad el haber conseguido una victoria a domicilio 6 meses después, marcando 3 goles en campo ajeno, hecho que se acercaba más a la utopía que a la realidad. Pero pese a la alegría por el "éxito" colectivo, no puedo opinar igual acerca de mi rendimiento personal. Volvía a tocar la de arena, acercando un tipo de jugador más irregular que el perfil de Noruega que, para colmo, iba a acabar en lesión. Pequeña distensión que, afortunadamente, quedará en un pequeño susto y un partido de ausencia.
Y es aquí donde cobrá interés el título del post, ya que tal y como le comenté a Pablo cuando saltábamos al verde de Iturriaga, me daba mala espina el olvido de la muñequera en el vestuario, algo que empezó siendo una manía, pero que lleva camino de superstición. Para los que duden de la referencia, hablo de una muñequera (tiene que ser blanca) que adorna mi muñeca derecha durante casi todos los partidos, sirviendo de amuleto.

Una vez acabado el partido, y con todo el puente por delante, era hora de centrarse en la fiesta. Reservado el Txoko Txiki de Areilza y, previo paso por el Luber a beber kalimotxos, tocaba el plato fuerte del puente, que como imaginaréis no era ni el filete ni el lomo, ni siquiera el salmón. Si acaso el "Sol y Sombra" y todo lo que venía después, hasta altas horas de la madrugada.
Ante tal contexto, el viernes llevaba camino de ser un día de recuperación, y como tal se afrontó. No obstante, al llegar a cierta hora de la noche, te invade la sensación de que la casa se viene abajo y hay que salir a tomar algo. Debido a la deshidratación derivada de la noche anterior, la cerveza era el líquido más aconsejable para pasar un tiempo que se antojaba escaso.

Así llegamos al sábado y a mi fracasado intento por avanzar en el proceso de formalización. Incluso llegué a emprender camino a casa a una hora prudente, pero mi innato espíritu fiestero me recondujo al por todos odiado Pecata, donde nos esperaba un curioso servicio de catering en esa esquina en la que antaño nos ubicábamos. El tiempo pasaba, el nivel de los kalimotxos bajaba, los canapés se acababan y el Kaban se acercaba irremediablemente. Tras un breve paso por el Plaza, de donde, como ya es habitual, salí sin desayunar, Peti nos esperaba en el anteriormente mencionado after con aún no se que compañía. El hecho es que estaba ahí para acabar la noche (o la mañana) bebiendo cubatas hasta las 8.30 de la mañana, hora aproximada.

¿Y el domingo? Pues el domingo, día de recapacitación y arrepentimiento sobre un intento frustrado por llevar una vida formal. Jugaba el Athletic y era la esperanza para desconectar del fracaso. Craso error, a no ser que dos fracasos, al multiplicarse, acaben dando como resultado un éxito. Esto es así porque el Athletic acabó cerrando el puente con una derrota bochornosa, ante un gran equipo, al César lo que es del César.

P.D. Como podéis observar, cada vez tardo más en actualizar. Esto se debe a que estoy a la espera del gran post que trata de vendernos Peti (con la ayuda, en la sombra, de Aitorpa) sobre el amigo lanzador. Se prevé que pronto salga a la luz. ¿Cumplirá con las expectativas?

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