sábado, 19 de abril de 2008

Campeones

Cuando se arrastra un nombre de equipo campeón, las victorias suelen llegar solas. Y es que INKT tiene eso, un largo historial acumulado que nos hace ser favoritos en aquella competición que se nos ose a resistir. Juan Marías, Abiertos, campeonatos importantes de fútbol sala que no hicieron más que de antesala para lo que se empezaba a gestar en el seno de un equipo que parecía acabado pero, que una vez más, ha vuelto a demostrar que le quedan muchos años por delante y, sobre, todo, muchos títulos que añadir a las vitrinas.
La presa no era fácil. Un rival que, a juzgar por sus idénticas equipaciones, formaban un equipo federado que, probablemente, llevaran años jugando juntos. Gritos, calentamientos colectivos... al fin y al cabo bobadas cuando se tiene en frente a un equipo que gana todo lo que juega, y que en ocasiones, incluso, gana sin jugar (véase último partido de grupo en el torneo invernal).
No obstante, y para no faltar a la cita con la tradición, el luminoso empezó registrando un 1-0 en contra, resultado que lejos de hundirnos moralmente, nos animó a volcarnos hacia el área contraria, cuyo fruto se vio reflejado en alguna que otra triple ocasión, sin que el balón llegara a tocar el fondo de las mallas. No iba a ser el día de los delanteros, tal es así que tuvimos que esperar a una falta cercana al área para que Jon Ander empatara el duelo, con un potente disparo, no tan certero como efectivo.
Con el empate en el marcador se llegó al descanso, momento en el cual tuvo lugar la escena de mayor tensión del choque, con una tangana provocada por una dura entrada de Christian. Gajes del oficio, "quien juega a fútbol se arriesga a recibir patadas, y si no, que se hubiera apuntado a ballet", y así se lo hicimos entender al "4" visitante, que había comprado todos los boletos para que el Congo entrara en escena a modo de "pacificador", con el riesgo que ello conlleva.
La 2ª parte transcurrió de manera parecida a la 1ª. Con poco fútbol (nos defenderemos diciendo que en San Ignacio no se puede jugar), y con dominio rival, pese a que las ocasiones más claras seguían siendo nuestras. Sendos balones al palo en disparos de Xabi y Edu, unidos a una magistral jugada de Borja Portillo, fueron el más fiel reflejo de que el partido podía decantarse a nuestro favor. Pese a ello seguíamos cediendo terreno, motivo por el cual, al término del encuentro, el míster prefirió jugársela a los penaltis, dejando de lado una prórroga que podía haber acabado con nuestras esperanzas.
Los tiradores de INKT los sabía hasta la señora del segundo que veía de reojo el partido mientras limpiaba los cristales del salón. Los 5 lanzadores (Kutxo, Seoane, Jon Ander, Edu y Xabi) barrimos nuestra parcela transformando nuestros respectivos penaltis, mientras Peti parecía cercano a parar alguno, hecho que, no obstante, no se produjo. De tal manera llegamos a la muerte súbita, y fue entonces cuando Pablo se empeñó en hacernos sufrir, cuando su disparo tocó el larguero antes de tocar con contundencia la red.
Y si hubieran dibujado un final así, seguramente no nos lo habríamos creído. Se disponía a tirar el mas tontín de los rivales (no me gusta "insultar" en el blog, pero la ocasión lo merece) y... balón al palo. Se presentaba una ocasión definitiva para convertirnos en campeones de la UPV. Borja Portillo, invadido por los nervios, iba a ser el encargado de dar la victoria a INKT transformando el 7º penalti, convirtiéndose así en el héroe de la final.

Llegaba así el momento de la celebración, que empezó con una foto en la que un cono hizo la vez de copa. Pero lo mejor estaba por llegar. Para empezar, Borjita, empeñado en hacer de míster, tenía que cumplir la tradición de acabar en la ducha, hecho del cual no recuerdo bien quien se encargó, pero se que alguien lo hizo. El equipo unido celebró la victoria con cañas, primero en San Ignacio, luego en el Donovan´s y, finalmente, en el bar de Peña, lugar en el que hicimos más caja de la que ni los más opimistas podrían imaginar a esas horas. A continuación y, previo paso por el Luber (donde bebí mi último kalimotxo), nos dirigimos a entrenar. Espero que entendáis que no escriba nada sobre el entrenamiento, porque aunque las risas estuvieran aseguradas, parecía que no iba a llegar nunca el momento de volver a casa.

P.D. Gracias a todos los que, allí presentes, nos animaron a conseguir nuestro objetivo. Gracias, también, a los que por un motivo o por otro, no pudieron ir, pero nos desearon suerte para alzarnos con el trofeo. Y gracias a todos en general, en especial al tontín que falló el penalti.

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