lunes, 11 de febrero de 2008

Medida de grandeza

Según pasa el tiempo, mientras, se supone, que caminamos hacia un mundo más global, en el que desaparezcan las diferencias entre razas y territorios, parece que en diversos puntos de España viven en la más remota antigüedad. Cierto es (y es que debemos mirar más allá de nuestro ombligo) que desde Euskadi nos hemos mantenido, históricamente, distantes con el resto de la actualidad del país, imperio, o como queramos llamarlo, según la época.
Pero lejos de aminorarse con el tiempo, estas diferencias se aumentan considerablemente, más si cabe desde el fin de la transición y la consolidación democrática de España. Sí, resulta paradójico, ¿no?.
Desde aquí, escribiendo desde Bilbao, reconociendo que cerrados de mente los hay de todo tipo y en todos los lados, empezamos a estar hartos del odio que desprenden desde muchos sitios de la geografía española hacia todo lo relacionado con el País Vasco. Y todo esto encuentra respuesta en un eterno pez que se muerde la cola, y que atisba muy difícil solución.
Analizando la situación, y teniendo en cuenta que estudio algo parecido, es lógico culpar de todo ello a los medios de comunicación, que presentan a su antojo una actualidad vasca muy distante de la realidad. No, señores, aquí no vamos con pistolas por la calle, aquí hay muchos menos asesinatos que en otros muchos puntos del país. Quítense las vendas que llevan en los ojos, asuman la realidad. ¿O quizá no sea odio?, ¿envidia?, no se, y me gustaría entenderlo, ya que no hace ni 2 horas que hemos estado debatiéndolo.
Haciendo un llamamiento a la cordura, y partiendo de la base de que no ofende quien quiere, sino quien puede, me gustaría solicitar un poco de realismo a la situación de cada uno, un reconocimiento hacia los demás, y sobre todo un respeto hacia una cultura, unas costumbres e, incluso, una lengua (a la que hemos oído criticar desde medios de información estatales).
Y recordad una cosa, vuestro odio nos hace diferentes, es obvio, pero también nos hace más grandes. Porque siempre odiamos a lo superior, a las metas que nunca podremos alcanzar. Piénsenlo.

P.D. No hace falta decir que, con estas palabras, no se define a la gran parte de los no residentes en el País Vasco, sino a una minoría (o eso quiero pensar). Una minoría que, por desgracia, hay en todos los sitios. Aquí también.

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